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miércoles, 2 de mayo de 2018

Reloj de arena

Puedo sentir la brisa rozando mi rostro, siento calma, y escucho el sonido del silencio, al abrir los ojos la Cornisa de la Luna luce diferente, el lago parece estar agitado, las estrellas del firmamento parecen haber perdido su brillo; me siento extraña en un lugar demasiado mío. Ahí bajo el árbol de los sueños experimento por primera vez la soledad, aquella que en la realidad me acompaña, siento tu ausencia, extraño tu perfume impregnado en la brisa, la calidez de tu presencia, me siento débil… ¿Por qué no vuelves? ¿Qué tengo que hacer para volver a estar a tu lado? No sé entender el mundo sin ti. Las lágrimas comienzan a correr, siento frío en el alma y la ira en mis puños.

-¡Sueña! … Lo susurras a mí oído haciendo que el corazón se estremezca, por un instante dudo si realmente fue tu voz o si sólo es un destello de los recuerdos, repentinamente mi cuerpo siente el calor de tus brazos; temo que sea sólo la ilusión de una emoción viajando por mi cuerpo, aprietas el abrazo y entonces siento algo más sobre mi ser… Siento el desierto de hielo en tus ojos, la aurora dibujada en tus labios, te siento a ti… - Y ¿con qué sueña un corazón roto? – te pregunto en un murmullo, por el rabillo del ojo veo tu rostro y comienzo a creer que en verdad estas ahí, ¡puedo verte!  Tu sonrisa cálida y a la vez tan fría, acompaña como siempre palabras, frases que no entiendo del todo –Dime tú, el corazón roto es el tuyo, no el mío. Al menos deberías tomar en cuenta que esta vez no es el alma, no eres tú quien se rompió en añicos como en aquella ocasión ¿aprendiste algo? … El lago no es el agitado, es todo eso que está aquí dentro – Señalas mi pecho y sonríes mientras me giro, aun sabiendo que es tu irónica sonrisa, aquella que tanto me irrita, la que encontrare y aquella que tanto extraño.

Si hay algo que odio de ti es esa manera de confrontarme y de enfrentarme a la realidad, no eres piadoso, nunca lo has sido cuando se trata de aterrizarme en el mundo, odio que me mires inquisitivamente, que me hagas pensar y reflexionar en todo aquello que sólo quiero que me expliques como cuando era pequeña, no es así.

En tu ausencia me obligaste y me obligue a crecer, he trabajado en crear un nuevo mundo tomando algunas piezas del anterior, intento ser aquella persona que tanto deseaba ser, libre, sin culpas, fuerte, justa… pero no me siento así; me arrepiento, me arrepiento de haberte soltado aquella noche en la que pensaba que por fin había encontrado al que tanto pedía, hoy con lágrimas en los ojos y el corazón roto te lo digo, fue el peor trato que pude haber hecho, no leí las pequeñas letras del contrato y duele que el Universo no te devuelva expresamente a mí, duele saber que te tengo en breves parpadeos, dudando si realmente estuviste en ese momento o si sólo fue una ilusión - ¡Te necesito! – es un grito incesante, un grito a viva voz y a la vez encerrado en el fondo de mi alma, me siento perdida, confundida, quiero detener el transito del mundo por un instante y bajar, pero al hacerlo no te encontraría… Eras mi hilo conector con la realidad, quien me ayudaba a entender los motivos de todo, el único al que le permitía cuestionarme aun estando harta y fastidiada de tantas preguntas.

-No, no aprendí nada desde tu partida… realmente no lo sé – Me miras fijamente, tienes esa manía de buscar las entre líneas de mis palabras, esos ojos de un oscuro abismal saben ver más allá de lo que hay –No es que no lo sepas, y que no hayas aprendido, es…- Apartas los cabellos del costado de mi rostro y lo levantas tomándolo por la barbilla –¡Miedo!, sí pequeña mía, tienes miedo de ver que ya no soy necesario para entender todo aquello que anteriormente necesitaba mi explicación o mi intervención, tienes miedo de aceptar que has crecido, que aunque te lastimen y te rompan el corazón una y mil veces más ya no necesitas de mi para entender y superar, te bastas y te sobras para seguir, sólo necesitas empezar a creer en ti. ¡Pequeña mía! ¡Mi víctima favorita! No… ¡ya no! Ya has dejado de ser pequeña y has dejado de ser mi víctima para convertirte en la tuya, ¿Por qué te niegas a aceptar que ya no soy  más que un espectador? Ya no me necesitas más para entender el mundo, lo único para lo que sirvo ya es para venir a acariciarte la cabeza, y a repetir aquella palabra que tanto odias ¡Pronto!- Antes de que pueda reaccionar siento tus labios sobre los míos en un tierno beso, aún mantienes la mano izquierda en mi barbilla y la derecha está haciendo recorrer tus afilados dedos en mi nuca llevándolos a mi espalda, te apartas un momento para sonreírme y me vuelves a envolver en un abrazo que deseo dure eternamente, te acercas a mi oído y me susurras algo incomprensible para después volver a besarme, acto seguido das la vuelta y desapareces en la calma de la oscuridad.

La cornisa de la luna vuelve a cambiar y parece regresar a su esplendor habitual, aún percibo tu aroma en el viento, las rodillas me tiemblan y mi mente trata de asimilar aquello que susurraste –El tiempo, un reloj de arena, una promesa que tú  y yo sabemos que se cumplirá, paciencia, pronto es menos de lo que crees, Sunadokei*, te amo y te amare tanto o más de lo que tú me amas, es un juramento ¡Suéltate! Y sucederá.

Abro los ojos, ya no puedo ver el lago, ni sentir la brisa, he regresado a la realidad, en la yemas de los dedos aún siento algo de ti y de la cornisa, quizás es algo de polvo estelar, mi interior parece sereno, es momento de esperar, por mí, por ti en esta interminable batalla, no entiendo el significado de tus palabras pero en algún momento lo haré por ahora, como siempre te amare en el silencio, a la distancia, en la eternidad, añorando nuestro próximo encuentro.

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