Carta al infinito...

Amado universo:

Hay ocasiones en las que no entiendo tu forma de actuar, tus señales y todo aquello que me llegas a poner o quitar de enfrente; sólo se que aunque en ocasiones llego a dudar, creo en ti y en tus designios.

Aveces hago oídos sordos, aveces de la vista gorda o simplemente no veo o escucho tus señales, pero hay una que nunca podre evitar, que estará conmigo siempre...

Debo agradecerte por todo lo que hay, alegrías, tristezas, cicatrices y heridas, agradecerte el bello tiempo que me has permitido con mis seres queridos, e incluso por aquellos que te has llevado escuchando mi suplica de frenar su sufrimiento... he de ser sincera... aunque duele y extraño a esos seres, y aunque aveces siento que se fueron pronto, agradezco el tiempo que pase a su lado, los recuerdos que creamos y el cariño que me entregaron.

Aunque mis ojos se repleten de lagrimas, y el corazón se retuerza de dolor, basta con mirar tu belleza infinita para entender que hay regalos que sólo tú puedes dar y que sólo hay que escuchar con cuidado para entender tu mensaje, ese mensaje que dejas en los labios de mi ángel y que transmites en su abrazo.

Te agradezco de corazón que me permitas seguir con un espíritu de infante para poder observar pequeños detalles y aún sorprenderme de lo que el mundo tiene que mostrar, de tu infinita belleza y de todo aquello que es digno de admirarse.

Gracias, amado universo.